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Historia de los Estilos. ¿qué son los Estilos?

abr 7, 2015

¿Qué son los estilos?

El instrumento en que los antiguos griegos escribían sobre tablillas enceradas, grabando en ellas los signos de la escritura, llamóse estilo. Por extensión se llama estilo a una manera de producirse y de hacer.

La moderna grafología deduce el carácter entero del individuo de los trazos y rasgos que su pluma, al escribir, comunicó al papel. Según ella, de una manera material e inequívoca, queda fija en el papel, involuntariamente, la otra manera, o espiritual, con que el individuo se produce. Antes que la grafología apareciese, ya andaba en los libros aquel romance anónimo que acaba así: "Esto el moro Taife escribe con tanta cólera y rabia, que en donde pone la pluma el delgado papel rasga."

Sin duda que esto manifiesta un estado de ánimo transitorio; pero, aparte de él, la escritura revela al individuo que la traza. No es esto propiamente estilo, sino carácter. El estilo, referido a la pluma, sucesora del antiguo instrumento de escritura, y considerado de modo espiritual, es manera particular de expresarse el escritor - y por extensión todo artista - , la cual lleva en sí misma como el sello de las otras particulares maneras la distingue. Nos referimos con ello al estilo individual, a lo que llamamos el estilo de Beethoven, el estilo del Greco, el estilo de Cervantes, el de Miguel Ángel...Y al decirlo así, entendemos referirnos a la inconfundible manera de expresarse de esas y de todas las grandes personalidades que, en el acervo de la producción artística, destacaron su propio genio. La palabra estilo ha sido e ocasiones, en cuanto a la Literatura, substituída por la palabra pluma, en cuanto emblema directo de manera de escribir, y ha ganado su acepción más general y más amplia al acomodar su sentido a toda la producción de obras de Arte que pueda ser agrupada debajo de caracterres comunes.

vinilos decorativos con estilo

Por más que un individuo-artista cambie de estilo en el transcurso de su vida, la totalidad de su obra está contenida entre los límites de su manera propia. Estos límites o contornos del estilo individual no son tan cerrados y precisos que no vengan a fundirse con los de otras individualidades; y aún dentro de ello hay semejanzas de los que ninguna gran personalidad se ve libre por entero.

Es esto independiente de aquella emanación de estilo personal que, como la luz de una lámpara, se expande en torno de ella partiendo del foco luminoso. En efecto, sabemos que la potencia creadora de estilo de un artista genial fecunda y vivifica a los innumerables ingenios menores, comunicándoles parte de lo que podríamos llamar su potencia estilogénica. Es este el caso de un artista que, además de crear para sí y para sus obras un estilo, es fuente de energía estilística, como lo fué, por ejemplo, Miguel Ángel.

Pero queremos referirnos ahora a aquellas indudables semejanzas de estilo que existan entre individuos-artistas coetáneos. Lo que haya de común y semejante entre ellos, sin menoscabo de su peculiaridad, queda manifiesto en sus obras de manera independiente de la voluntad de sus autores. A eso llamamos estilo de una época y solemos referirla a un lapso histórico: el estilo Luís XV, el estilo Imperio, el estilo isabelino..., porque dentro de cada uno de ellos vivió un particular estilo que envolvió la general producción en una cierta comunidad de carácter. Los breves espacios de transición son crisis o cambios de los estilos que enlazan unos a otros y que obedecen a las mismas causas que modifican los ideales perfiles de la Cultura.

Amplificando la agrupación de las obras de Arte por su estilo, observamos que éste, pese a sus naturales crisis, se perpetúa en sus caracteres generales a lo largo del tiempo, sobrepasando la división que acomodamos a un reinado o a un cambio político, dando lugar a un período, que también solemos llamar estilo: es lo que llamamos período el estilo romántico, gótico, barroco...,comprendiendo en la denominación lapsos más extensos de desarrollo estilístico, en grandes ciclos históricos. Estos períodos son de mayor o menor duración unos que otros y no sabemos con exactitud qué causas determinan su inconfundible apariencia; pero nos damos cuenta de que nacen, se desarrollan y desaparecen, dando paso a una nueva modalidad en la que solemos advertir una reacción del gusto, reacción que tal vez obedece a una ley física e histórica, profundamente natural y nunca desmentida, pero cuyos resultados no podríamos prever.

decoración con vinilos llenos de estilo

No todo desaparece de los períodos de estilo ni todos dejan tras de sí consecuencias del mismo valor y provecho para el estilo que al anterior sucede; unos alcanzan más perdurabilidad que otros, por llevar en su seno mayores energías vitales; otros, que se desarrollaron brillantemente, se van como vinieron, sin dejar apenas residuos aprovechables; otros, en fin, obtienen periódicas reviviscencias y parece que si, agazapados entre los pliegues de la Historia, quisieran asomar a cada momento, como ocurre a la Arquitectura, por ejemplo, con los órdenes griegos. Estos, por cierto, son así llamados con justeza, porque en ellos hay una armonía de elementos reducida a canon, a fórmula compositiva y proporcional, a medida, a ordenación, idea esencialmente clásica: pero el estilo dórico, el jónico, el corintio, no se desfiguran porque en alguna manera se falte a la pureza de su orden, toda vez que se éste caracteriza su clasicidad son las formas por sí mismas las que caracterizan el estilo. Los caracteres de un estilo pueden ser reducidos a su esquema ideal, en cuyo fondo viva lo que tal estilo le distinga de otros.

Todavía ampliamos más el concepto de estilo y lo elevamos al de producción característica de un pueblo a nación, como cuando decimos estilo egipcio, estilo griego, estilo japonés, y aun podemos llegar con amplitud a darle al estilo el nombre del Continente en que las obras de arte se producen y decir: estilo europeo, estilo asiático, estilo africano, si bien es verdad que preferimos substituir la palabra estilo por la palabra arte. Pero no hay duda de que, a lo largo de la Historia y pese a los cambios de estilo, por radicales que nos parezcan, la unidad de carácter existe de igual manera que persiste el carácter étnico, de lo cual deduciríamos sin esfuerzo que cada raza tiene su propio estilo, diversificado en modalidades de especie temporal y mudable. Si esta permanencia está unida a las íntimas raíces de las humanas razas y si toda causa de éstas se halla en el suelo que habitan, o si raza y suelo tienen la causa misma, díganlo los etnólogos. La Historia sabe que una de las que determinan cambia de estilo es la de las invasiones, y sabe también que el estilo que traen está sometido a la ley de la aclimatación. El estilo va ligado a la cultura dentro de la cual se produce y suele se su signo más evidente. Nada como las artes retrata con tanta fidelidad ante el Futuro el espíritu de la cultura que las produce; y esto es de modo tal, que si se propusieran engañar al Futuro fingiendo lo que no son en verdad, fácilmente sería descubierto el engaño.


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